18.4.13

HISTORIAS. Juan Abeledo. Nunca es tarde para empezar. Parte 2.



Parte 1, pulsando AQUÍ.

El descubrimiento de Doniños.

"Soy un gran aficionado al mar desde pequeño. De hecho llevo en contacto con él desde que tenía 14 años, más o menos a la edad en que descubrí Doniños.

Por aquel entonces en la playa no había casi ninguna casa, y tampoco llegaba la carretera; la gente le tenía miedo al mar. Por eso nadie venía a la playa; era un lugar que parecía no interesar.

Doniños era, y sigue siendo, una maravilla. Un lugar privilegiado por sus condiciones climáticas, su arena dorada, su pesca, … Al principio Matilde y yo veníamos a pasar el verano en una tienda de campaña al lado del mar, cerca de donde después se construyó la caseta de socorrismo. Era el año 1946 y acabábamos de casarnos. Tras varios veranos en la tienda de campaña, nos hicimos en el mismo lugar una pequeña chabola para tener algo más de comodidades. Allí pasamos varios años, 12 o 14 seguidos, disfrutando del mar y las olas, hasta que en 1959 construimos la casa en la que estamos ahora.

Llegar a Doniños a finales de los años cuarenta era toda una aventura. Al principio no nos quedaba otra opción que venir andando o en lo que nosotros llamábamos “La Pachanga”, el bus de línea Ferrol-Doniños. El vehículo, en lugar de asientos, tenía cajas de madera en las que acomodarse. Pero las cajas no iban ancladas al suelo, por lo que cada vez que frenaba bruscamente todos los pasajeros acabábamos unos contra los otros en la parte delantera del bus. El colmo era cuando se paraba el motor y nos teníamos que bajar a empujar para que volviese a arrancar. El último kilómetro había que hacerlo caminando, ya que la carretera no bajaba hasta el pueblo, y menos hasta la playa. Para que te hagas una idea de lo “aislados” que vivíamos en Doniños, te hablaré de uno de los personajes que con nosotros compartía aquel paraíso que era la playa. Le conocíamos como “El Escapado”, y se contaba de él que siendo marino de guerra, había sido expulsado del ejército por motivos políticos. Aquel hombre vivía en estos arenales, en donde parecía haber encontrado su “escondite”, y se pasaba el día caminando de un lugar a otro, sin mayores pertenencias que su ropa, alimentándose de lo que pescaba y siempre acompañado por un fiel perro que lo seguía a todas partes. Era un excelente pescador. Llevaba consigo un rollo de tanza de un centenar de metros que a mano, sin caña, lanzaba desde los acantilados o desde la playa. En una ocasión, en que dormía junto a la pesca conseguida, fue atacado por una banda de gaviotas que querían robarle. Fue muy extraño, pues las gaviotas no suelen atacar. Se salvó gracias a su perro, que consiguió, con sus ladridos y saltos, ahuyentarlas.


Para intentar acortar el tiempo de viaje desde Ferrol hasta Doniños, hicimos de todo. En el año 1948 me enteré de que el carbonero de San Roque, uno de los suministradores de este combustible para calefacción en Ferrol, vendía una bicicleta Orbea por 30 duros. En otra tienda de la calle Real, propiedad de Delio Rodríguez, que había sido un famoso ciclista en los años treinta, había otra bicicleta que valía 1.200 pesetas, un precio más que considerable en aquella época. Para que te hagas una idea, por aquel entonces ganaba al mes 500 pesetas. Afortunadamente teníamos dinero ahorrado, así que le dije a Matilde. “He visto dos bicicletas. Las podríamos comprar por 1.350 pesetas. Tenemos 4.000 pesetas ahorradas para comprar una maquina de coser. ¿No crees que podríamos gastarnos esas 1.350 pesetas, comprar las bicicletas y así llegar antes a Doniños?.” No lo dudamos ni un instante. A la máquina de coser le tocó esperar. Con las bicis en nuestro poder éramos la envidia de todas las parejas, y la verdad es que les sacamos un partido bárbaro. Aún las tengo aquí guardadas en el cuartucho. Una de ellas tiene todavía la matrícula del ayuntamiento de Ferrol, la número 2.241. Llegamos con ellas incluso hasta Asturias. A las bicis les siguió en el año 1959 una motocicleta, una Lambretta, con la que llegábamos más rápido todavía a Doniños y con la que viajamos hasta Villagarcía. En Sansenxo, atravesamos la ría de Pontevedra en un barco de pesca hasta Bueu, para ir después desde allí caminando hasta el monte de Santa Trega. Entre nuestro equipaje recuerdo que íbamos cargados con los víveres, en especial aceite, azúcar y arroz, que habíamos ahorrado de nuestro consumo diario en Ferrol, ya que en aquellos años estos alimentos estaban racionados. Por culpa de la Lambretta, la máquina de coser de Matilde tuvo que esperar de nuevo.

Aquel ansia por llegar cuanto antes a la playa creo que tenía su origen en mi infancia, y ha sido uno de los motores de nuestra vida. Desde los once años, en que tuve que dejar de estudiar y comenzar a ayudar económicamente a mi familia, sólo he tenido, y continúo teniendo, una idea: necesito más tiempo libre, tiempo para mí, para poder hacer las cosas que me gustan. Aquellos fueron tres años en los que el tiempo pasó volando, pero que me sirvieron para ser consciente de ello. El disponer de tiempo libre ha sido algo a lo que he intentado no renunciar, a pesar de las necesidades económicas, que en aquellos años eran muchas. Te contaré una anécdota que ilustra lo que te digo. Cuando se empezó a poder escoger la jornada intensiva en el astillero durante el verano, se abría la posibilidad de disfrutar de la vida al aire libre todos los días, aunque aquello suponía ganar menos dinero, que por otro lado nos hacía mucha falta. Hubo un año en el que las necesidades me llevaron a no cogerla. Pero al año siguiente, tras la experiencia del verano anterior, teníamos claro que no podíamos repetir. Hoy han pasado más de 30 años desde que me jubilé y esa sensación continúa en mi cabeza. No me llega el tiempo. Sé que he de morir, pero espero llegar por lo menos hasta los 102 años".  

Foto 1.-1940. Doniños.
Foto 2.-1949. En bici.

3 comentarios:

  1. impresionante la historia Jesús. Juan era todo un hombre por descubrir.

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  2. Una historia que pocas veces tenemos la oportunidad de conocer. Fascinante, pura vida...

    Gracias por compartirla. Boas ondas.

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    1. Muchas gracias por vuestros comentarios. En breve la tercera parte.

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