5.5.13

HISTORIAS. Fernando Adarraga.



El avance y el desarrollo de la sociedad a lo largo de la historia ha venido impulsado, en buena medida, por la motivación y empuje de algunas personas que se caracterizan por poseer un ansia especial por avanzar y llegar a límites hasta entonces desconocidos. En muchas ocasiones esta ambición acaba superando el ámbito del logro individual, consiguiendo arrastrar en su evolución a la gente de su entorno. Esto en parte es lo que ocurrió en Galicia con la figura de Fernando Adarraga y el surf.

Persona dotada de un carácter fuerte, y una voluntad competitiva hasta entonces desconocida aquí, Fernando se convirtió pronto en la referencia a nivel gallego en cuanto a surf de competición: fue durante muchos años el indiscutible campeón gallego, fue segundo tras Jorge Imbert en la primera edición del Pantín Classic y llegó hasta semifinales en la segunda, entre otros logros. Posiblemente sus antecedentes en el mundo deportivo, concretamente en hockey sobre patines, tuvieron mucho que ver con la trayectoria que siguió la evolución de su surf. “Practico hockey desde que tengo uso de razón. De hecho no recuerdo la primera vez que me puse unos patines. A nivel deportivo comencé con el hockey a los 7 años. En Coruña, más que en ninguna otra ciudad de Galicia, hay una gran tradición a este deporte. Yo estudié en Dominicos, y allí era muy común que éste se practicase entre los alumnos. Todos mis hermanos también lo practicaron. Tras Dominicos tuve una carrera deportiva en hockey de cierto nivel, llegando a jugar en División de Honor en Dominicos.

Pero si me preguntas si tengo antecedentes familiares relacionados con el mar, he de decirte que no. Mi interés por el surf surgió por iniciativa propia.



Todo comenzó en el año 1974, cuando estaba a punto de cumplir 15 años, concretamente en agosto de 1974. Mi familia tenía una casa en Santa Cristina y un día apareció un amigo de mis padres con una tabla de surf. Cuando lo vi, me sorprendió, y recuerdo perfectamente que exclamé: “¡Anda, una tabla de surf!”. Al oír mi comentario nuestro amigo me preguntó: “¿Y tú, cómo sabes que ésto es una tabla de surf?” No recuerdo muy bien por qué, pero desde hacía un tiempo venía recopilando fotografías de surf que iban apareciendo en revistas de la época. El surf era un deporte que me atraía mucho, que me llamaba, pero que no pensaba que se pudiese practicar en Coruña.

“¿Pero que haces con una tabla de surf?” Fue lo siguiente que le pregunté. “¿Pero se puede practicar surf aquí?” Cuando me respondió que sí no salía de mi asombro.

Tras estar un rato en nuestra casa nos dijo que iba a Bastiagueiro a coger unas olas, así que le pregunté si le podía acompañar.

Cuando llegamos a la playa, y aparcamos en el parking en dónde habitualmente lo hacíamos, la verdad es que la playa me dio la sensación de que estaba como siempre. Rompían las mismas olas que otras veces había visto, tanto aquí como en Santa Cristina, y en las que siempre había pensado que no sería posible hacer surf.

Tras cambiarse y ponerse el bañador, nuestro amigo entró al agua. Estuve esperándole en la orilla mientras intentaba coger una ola. Estaba empezando, y recuerdo que no le vi coger ninguna de pie. Como mucho conseguía llegar tumbado sobre la tabla hasta la orilla empujado por una ola.



Cuando salió me preguntó si me quería meter. Evidentemente le respondí que sí. Así que cogí su tabla y entré al agua. Cuando vino la primera ola que supuse me podía llevar, remé con fuerza y no sé cómo, pero de pronto ya estaba de pie. Con aquella primera ola llegué de pie hasta la orilla. Nuestro amigo no se lo creía, y de hecho insistió en preguntarme si aquella era realmente mi primera vez sobre una tabla de surf. Pensándolo ahora, me imagino que el haber practicado hockey sobre patines me fue de gran ayuda no solo aquel día, sino también durante mi aprendizaje, ya que en cierto modo la sensación de deslizamiento y el equilibrio en movimiento ya no suponían una novedad para mí.

Tras aquella primera ola, y alguna más que le siguieron ese día, comprendí no sólo que el surf se podía practicar en Coruña, sino también que, desde aquel momento, mi interés por el surf pasaba a superar la tarea de recopilar fotos y artículos. Tenía que conseguir pronto una tabla. Porque al principio, evidentemente, dependía de nuestro amigo para poder hacer surf. Hacerme con una era prioritario. Pero mi padre no estaba muy por la labor. De todos modos, se puede decir que fui un poco desobediente, y tras ahorrar durante unos meses a escondidas, reuní las 500 pesetas que necesitaba para comprarle a Rufino la primera de mis tablas: “La Chata”. Con esa tabla fue con la que realmente comencé a hacer surf. En ese momento fue cuando contacté y establecí relación con Rufino, Tito, Carlos Bremón, Luis Bericua, Miguel Camarero, … Lo común para mí era ir los fines de semana al Orzán, a las 9 de la mañana, con la tabla. Pertenecíamos a la Sociedad Deportiva El Orzán, y teníamos un local en donde podíamos guardar las tablas y cambiarnos. Si no había olas allí lo que tocaba era esperar a que apareciese alguien con un coche para coger rumbo hacia alguna playa: Malpica, Razo, Barrañan, Sabón, … Yo, que era considerablemente más pequeño que ellos, me sentía era como una pegatina al que llevaban a todas partes. Y la verdad es que siempre se portaron fenomenal conmigo.

Mi evolución fue rápida, aunque pasando por las mismas fases que todo el mundo. Primero sólo cogía espumas, recto hasta la orilla, hasta que clavaba literalmente las quillas en la arena. Después llegaron las primeras paredes, en donde Carlos Bremón era mi referencia. Y después las maniobras, tras ver como la gente subía y bajaba por la pared aprovechando toda la fuerza de la ola.

“La Chata” fue mi tabla durante unos cuantos años hasta que rompió. Recuerdo perfectamente el día, ya que fue uno de los de luto oficial que se estableció tras la muerte de Franco en noviembre de 1975. Fueron 4 días en los que nos dieron vacaciones en el colegio, y en los que tuvimos olas muy buenas. Uno de esos días, creo que el 24 de noviembre, surfeando en el Orzán, en el Bajo, una de las series más grandes me rompió la tabla en 3 o 4 trozos. Guardo aún en casa el timón como recuerdo. Aquellos primeros años entrábamos al agua evidentemente sin trajes, ya que no los había, protegiéndonos únicamente con un jersey de lana y calcetines. Aún ahora, si puedo, prefiero seguir metiéndome a pelo. El cuerpo lo acabas acostumbrando al frío, y la movilidad que te da el bañador, no se logra con un traje. Los días de viento entro con una chaquetilla o un traje corto. Pero me gusta ir a pelo. Me siento mejor y me parece más natural.



Pronto comencé a participar en competición. Gracias a mis buenas clasificaciones en los campeonatos gallegos que se organizaban una vez al año, tuve la oportunidad de viajar a otros lugares de la costa cantábrica y Canarias. Esos campeonatos me permitieron ver lo que otros surfistas, con mayor nivel que el nuestro, hacían sobre las olas. De vuelta a casa, y evidentemente, influido por ellos, intentaba reproducir lo que había visto. El primero de los campeonatos Gallegos que se organizó fue el de Nemiña de 1975. Pero no hubo olas. Así que se repitió a las pocas semanas en Barrañan. Creo que se acabó finalizando en Sabón. Recuerdo perfectamente que aquel campeonato lo ganó Carlos Bremón, con Luis Peña de segundo, David Vecino tercero, y yo cuarto. En el campeonato de 1976 se metió mucho el mar, y se hizo la final en el Orzán. Quedó primero Enrique López Ramos, que era un nadador excepcional, y yo segundo. A partir de aquel campeonato fue cuando comencé a moverme e ir a otras competiciones que se desarrollaban fuera de Galicia. Cuando fuera ves que se pueden hacer ciertas cosas, eso lo intentas hacer tú y empiezas a evolucionar. Así que pronto me di cuenta que estaba con un nivel un poco superior al de los demás, fundamentalmente porque había salido, y había visto hacer un surf de nivel superior al que nosotros practicábamos aquí. Gracias a aquel campeonato gallego de 1976 viajamos hasta Santander, en donde se celebraba el campeonato de España. El viaje lo hicimos en los autobuses Alsa, y entre otros, fuimos Vari Caramés y yo. El viaje costó, me acuerdo perfectamente, 806 pesetas. Llegamos a las tres de la mañana agotados, y claro, nos encontramos todo cerrado y sin lugar donde dormir. Al final nos acomodamos en los Cantones, y en mitad de la noche la policía nos echo. Al año siguiente, en 1977, fui solo al campeonato de España que se celebró en Asturias. En 1978 a Santander. En el 79 de nuevo a Asturias, y en el 80 de otra vez a Santander, a donde fui con Vari en su coche. En del 81 fue el mejor: a Canarias, y con todos los gastos pagados. Ese año, por decirlo de algún modo, Balbi Irisarri y yo fuimos los que nos clasificados. Digo de algún modo porque el campeonato no se llegó a celebrar. Cuando llegamos a la playa había unas olas fabulosas, por lo que antes de empezar se celebró una asamblea. Por votación, casi unánime, se decidió que quedase yo primero, y segundo Balbi “¿todos de acuerdo?”. Tras la votación nos metimos todos al agua a disfrutar de las magnificas olas que estaban rompiendo. ¡Aquella decisión casi le costó a Vari el puesto como presidente!. Del viaje a Canarias nos pagaron el desplazamiento y el hotel. En 1982 fue el ultimo año que se celebró el campeonato de España. Después de aquella edición hubo un parón en la Federación, que entonces era una sección, la de surf, dependiente de la Federación Española de actividades subacuáticas. Los campeonatos eran toda una fuente de inspiración. Ibas allí y aprendías. De hecho cuando volvía, por lo que más me preguntaban era sobre si había visto algo nuevo.



Después de “La Chata” vinieron más tablas fabricadas por Rufo. Muchas de aquellas se fabricaban en base a las fotografías que veíamos en las revistas, y que constituían casi nuestra única fuente de información, ya que las películas de surf, a medidos y finales de los 70, no llegaban hasta aquí. Pero claro, sacar el diseño de una tabla, de la foto de una revista, no era sencillo. Las revistas las conseguía a través de mi padre, que periódicamente viajaba  a Francia. De allí, además de las revistas, siempre que podía me traía algo de material, que o bien usaba yo, o vendía a los amigos. Sin películas, partiendo de las imágenes estáticas de las revistas, resultaba muy complicado aprender como se ejecutaban las maniobras básicas. Gracias a aquellos viajes de mi padre pude disfrutar también de los primeros trajes y de otro material que aquí resultaba difícil de conseguir.

De todas las tablas que me construyó Rufino, guardo recuerdo especialmente de una que me hizo de dos quillas. La había visto en una foto de Mark Richards. Yo quería una como aquella tabla, pero Rufo no lo acababa de ver. Y cambiarle sus ideas no era fácil. ¡Tú estás loco!, recuerdo que me decía. La tabla acabada, sin ser exactamente lo que tenía en mente, la verdad es que quedó muy bien. Con esa tabla, y en uno de los campeonato de España, llegué a clasificarme octavo. En una de las series que pasé, me tocó contra Merodio, que venía de ser el anterior campeón de España, y era una de mis referencias.



En 1983 Rufino dejó de hacer tablas y me hice entonces con una Victory que vi en una tienda de Pontevedra. En cuanto la vi me pareció una tabla excelente, de esas que cuando la ves dices “¡¡Esa!! Fue una tabla a la que saqué mucho jugo. Después una Hawaian Style de 4 quillas que fue la tabla con la que empecé hacer los helicópteros. Después una Pukas. Durante algunos años estuve esponsorizado por la tienda Tablas de Gijón, surfeando con las tablas portuguesas Polen. Hasta que un día llegué a un acuerdo con Gilito de Wat Say, tablas con las que sigo surfeando hoy. Las últimas tablas van pintadas con mis colores característicos y que me identifican: el rojo y el amarillo, que son los colores que mejor se ven en el mar y que más lucen en las fotos. Para el diseño me inspiré en una Mark Richards que vi una vez en Santander. Aquella tabla estaba pintada la mitad en rojo y la otra mitad en Amarillo. Me pareció una  tabla preciosa.

Ninguno de mis amigos de la infancia o la adolescencia se inició conmigo en el surf. Fui, y en cierto modo sigo siendo, un lobo solitario. Y no es que me guste hacer surf solo, ya que prefiero que alguien venga siempre al agua conmigo. Como mucho alguno de mis amigos me acompañaban hasta la playa y me filmaba, o me hacían fotos. Alguno lo probaba, pero practicarlo con asiduidad, ninguno. Cuando dispuse de coche me movía bastante, e iba a Doniños, a Pantín, … Tal vez como solía aparecer solo, siempre fui bien aceptado en todos los sitios. Bueno además eran otros tiempos, con mucha menos gente en el agua, no como ahora. Sin embargo tampoco tengo problemas. Intento coger “esa ola”, la que rompe un poco más grande, y a la que no siempre va todo el mundo, que suele preferir más cantidad que calidad.

Tal vez una de las cosas que me ha quedado por hacer fue viajar más fuera de España. De hecho, fuera de España solo he surfeado en Portugal. Las ocasiones en las que estuve en Francia nunca me cuadraron olas. Pero a veces en la vida, cuando tienes la oportunidad de viajar, surgen otras obligaciones o prioridades más importantes. El Cantábrico si que me lo he recorrido entero.

También hice surf en el Mediterráneo, lo que fue bastante curioso. Fue en 1977, en la excursión de fin de curso de COU. Había conocido en el campeonato de España del año anterior a un fotógrafo que era malagueño, que recuerdo que era pelirrojo. Un tío que llamaba especialmente la atención. Me había dicho que en Malaga, concretamente en Torremolinos, había olas muy buenas. Llegamos allí en autobús desde Coruña, y cuando fuimos a ver la playa, había unas olas buenísimas. A la mañana siguiente fuimos a la playa pero no había nadie en el agua. Era finales de mayo. En la playa había un grupo de alemanes contra los que echamos un partido de futbol. Cuando estábamos terminando el partido vi llegar la furgoneta Volkswagen del pelirrojo. Me acerqué a él. Eran tres y tenían tres tablas. Uno de ellos salió enseguida del agua. ¡¡Cogí unas olas en Torremolinos increíbles!!. De metro a metro y medio.



En otro viaje por el norte, en el verano de 85, decidí no llevar la tabla, ya que aquel no era un viaje de surf. Fui con Merche, mi mujer, a Burgos, Logroño, San Sebastián, y nos volvimos costeando. No llevé la tabla, principalmente porque te condicionaba un montón. De vuelta paramos en Mundaka, y en varios sitios. Cuando llegamos a Ribadesella me encontré con unas olas muy buenas. El día era también excepcional. Le pedí una tabla a uno de los locales. Me dejaron una tabla, que no usaban, y que habían hecho ellos, y cuyos cantos eran cuadrados, nada redondeados. Era lo peor que había visto en mi vida. “Pero, ¿no tendréis otra cosa?” - les pregunté. Como no había otra tabla que me quisiesen dejar, me metí con aquello que más que una tabla parecía una puerta. Un verdadero tocho. En la salida de la ría salía una derecha buenísima, y la verdad es que no había nadie, todo el mundo estaba echado a la izquierda. "¡¡Ahí no!!", - me dijeron. “¡¡Qué hay mucha corriente!!”. Pero yo fui igual. Cuando salí del agua vino a hablar conmigo un chico que se llama Alberto Sicilia, y con el que después trabé una buena amistad. Me preguntó si podía probar una tabla que tenía en casa pero con la que no era capaz de coger olas. La tabla la había traído de un viaje que había hecho a California, una preciosa Mark Richards, que como no le iba bien, y de la cual había llegado a pensar que le habían engañado en la compra. Cuando Merche escuchó las palabras Mark Richards y tabla, ella fue la que insistió en que nos quedásemos, y eso a pesar de que teníamos pensado proseguir nuestro viaje. Al día siguiente, las olas seguían siendo fantásticas, pero Alberto, no aparecía. Cuando creíamos que ya no iba a venir, finalmente apareció. La tabla iba increíble, y tras el baño, se convenció que merecía la pena conservarla. Hoy la tabla es una de las que está en Tablas en exposición. Siempre que voy por Gijón, si puedo me acerco por la tienda a saludar a Jaime y a verla, y así recordar aquel baño y aquella fantástica tabla.

Foto 1.-Recortando a principios de los 90.
Foto 2.-Años 70 en San Roque de Afora, con la furgoneta de Rufo al fondo.
Foto 3.-Finales de los 80
Foto 4.-Parada en el camino, rumbo a Santander con Vari Caramés, en el coche de Fernando.
Foto 5.-Los años de las Polen
Foto 6.-Campelo
Foto 7.-El Orzán

10 comentarios:

  1. El dibujo de la furgoneta de Rufo es el que le hice yo, por el otro lado tenía otra ola parecida, y el otro día me recordó Neme que también le había pintado una ola en su furgoneta.
    Y lo que le gusta hacer surf con más gente, es verdad, ya que me tenía ido a buscar muchas veces a casa por la mañana para que fuese con él, y también le planté unas cuantas, pero era porque yo trabajaba en O´Patacón y claro trasnochaba y cuando me picaba en la puerta lo que hacía era despertarme, y estaba hecho polvo y lo que menos me apetecía era meterme al agua.

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  2. He disfrutado leyendo. Me encantan estas historias de primera mano.Gracias Jesus!

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    1. Gracias Luis y Fran por vuestros comentarios. De la conversación con Fernando han quedado algunos temas aún por redactar que se irán publicando en el blog. Un saludo !!

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  3. Este fin de semana hemos coincidido con él y sigue en plena forma, es de los que destacan en el agua y sus giros son potentes y con mucho estilo.
    Es un placer leer estas historias de los pioneros del surf gallego !!! Saludos

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    1. Muchas gracias Yago. Tienes toda la razón cuando dices que se mantiene en plena forma. La última vez que lo vi, se hizo un 360, todo fuerza, que me dejó asombrado. Un saludo

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  4. ahora tienes que entrevistar a chicho torreiro, por eso de continuar aquella vieja rivalidad
    yo personalmente siempre preferí el surf de chicho

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    1. Tienes el enlace de la entrevista a Chicho aquÍ: http://desdelacroa.blogspot.com.es/2012/12/historias-fernando-y-chicho-torreiro.html

      A ver si te gusta.

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  5. Historia fantástica Jesús!!!te tenías que plantear recogerlas todas en un libro de relatos,sería genial

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    1. Algún día llegará. De momento aún quedan unos cuantos artículos importantes por cubrir. Muchas gracias Manuel.

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  6. el unico tio que he visto hacer un rentry vertical en 3 m y medio en pantin, no hace mucho de eso. Ni campeones gallegos vigentes ni leches, eso si en el agua era insufrible por su afan competitivo

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