19.4.14

HISTORIAS. Víctor y Nacho Montenegro, Nicolás Pita y Ángeles Vega (parte 2).



Hace unos días publicamos en el blog la primera parte de la entrevista que hace meses hicimos a Nacho y Víctor Montenegro, Nicolás Pita y Ángeles Vega (si aún no has leído la primera parte de la entrevista, te recomendamos que pinches AQUÍ), pioneros del surf gallego, y en concreto de la playa de Patos. En esa primera parte nos contaban sus inicios, y todo el camino que hubieron de recorrer para hacerse con sus primeras tablas. Un camino emprendido prácticamente en solitario, y al que años más tarde se sumarían nuevos compañeros, tanto locales, como venimos de otros países:

Nicolás.- Los “Australian people” aparecieron por Patos en el año 1974. Recordamos la fecha perfectamente  porque Ángeles y yo ya estábamos casados y aún no teníamos hijos. Era una maravilla verles surfear. Su nivel era altísimo, sobre todo comparado con el nuestro. Nos parecía que hacían verdaderas virguerías sobre las olas. El suyo era un surf de olas pequeñas y tablón, en cierto modo el surf al que nosotros aspirábamos entonces. Pero verlos en el agua llevaba las cosas a otro nivel. Ellos fueron los que nos enseñaron las nociones básicas de este deporte.

Víctor.- Tan pronto como los vimos los asaltamos. Para mí su llegada fue fundamental, ya que tras la visión que años atrás había tenido de aquel día de olas grandes en Patos y del “humanoide”, nuestro encuentro con ellos fue lo que me confirmó, y de un modo definitivo, que Patos era un lugar en el que podíamos practicar surf en condiciones.

Nicolás.- Tras ellos, hubo otros australianos que también resultaron fundamentales para el desarrollo del surf en Patos. Nosotros no comenzamos a surfear en el Pico, sino en la playa. La verdad es que ni nos lo habíamos planteado antes, y no porque no viésemos allí mejores olas que las que cogíamos en Prado. Pero las rocas imponían mucho.

Un año vimos entrar allí a unos neozelandeses. Más tarde, unos dos años después, otro grupo de australianos también eligió el Pico para meterse al agua. Fue entonces cuando nos animamos nosotros y descubrimos las bondades del Pico. Este grupo de australianos se quedó más tiempo en Patos, unos tres meses, lo que nos permitió entablar con ellos una relación más cercana.

Víctor.- Eran tres, y cuando llegaron a Patos llevaban varios meses de viaje por Europa.

Nicolás.- Al parecer una de las causas de su larga estancia con nosotros fue que cuando llegaron a Patos estaban casi sin dinero. Una vez a la semana les dejábamos que viniesen hasta casa para ducharse, lavar la ropa, e incluso dormir. Así que entre su simpatía, y nuestra admiración, se puede decir que de algún modo los proahijamos.

José Irisarri.- La verdad es que Ángeles y Nicolás los tenían a cuerpo de rey, por lo que fue normal que se quedasen tanto tiempo.


Ángeles.- Sus nombres eran Paul, Peter, y del tercero no me acuerdo. Uno de ellos se puso enfermo, y como no tenían dinero, conseguimos que lo repatriasen de vuelta a Australia gratis en un barco de mercancías que partió desde Vigo. Pasados unos meses, recuerdo que la madre nos envió una emotiva carta para agradecernos nuestras gestiones y atenciones.

Nicolás.- Tras el descubrimiento del Pico, aún pasarían unos cuantos años hasta empezamos a entrar en la izquierda de Monteferro. La descubrimos un día en el que el Pico estaba grande, con unos olones de impresión. Una cosa ...

Pero el descubrimiento del Pico de Patos, una de las olas más conocidas y concurridas en Galicia en la actualidad, fue compartido con los que unos meses antes habían sido los nuevos compañeros en el agua de Víctor, Nacho, Ángeles y Nicolás.

Nicolás.- Nuestros primeros cinco años como surfistas transcurrieron prácticamente en soledad, hasta que un día, en el verano de 1975, aparecieron apoyados en la barandilla de la playa un montón de chavalitos: los Irisarri.

Nacho, Víctor y yo habíamos estudiado con Vicente, que era el más cercano a nosotros en edad, en los jesuitas, por lo que ya nos conocíamos antes del encuentro. Fueron los estudios universitarios los que hicieron que se perdiese el contacto durante algunos años. Su aparición en la playa fue todo un revulsivo para nosotros. Hasta que no se hicieron con sus propias tablas los recuerdo perfectamente apoyados en la barandilla esperando a que alguno de nosotros saliese del agua para que les dejásemos probar. Después, y ya con sus propias tablas, el verlos llegar a la playa era como ver una película de dibujos animados de temática surfística, con siete personajes alborotados, cada uno de una edad y altura distintas, con una tabla bajo el brazo, entrando a la vez, y de modo apresurado, al agua.

Nacho.- De golpe el número de surfistas en Patos se había triplicado. Sin embargo tras su llegada, no hubo en años nuevas incorporaciones al grupo, aunque sí mucha gente, al igual que durante los primeros años, que lo probó esporádicamente, pero que no siguió.


Alberto Irisarri.- De principios de los ochenta, destacaría a Chonchi Montenegro, sobrino de Víctor y Nacho, que debió empezar a surfear en 1982. De él se puede decir que fue el primer surfista que realmente llegó a dominar el Pico de Patos. Vivía el surf de un modo más extremo que nosotros. De hecho se puede decir que su figura encarnaba a quien hoy llamaríamos un “soul surfer”. Fue a la primera persona a que vimos anteponer el surf sobre lo demás aspectos de la vida.

Nicolás.- Muchas de las tablas que tuvieron los Irisarri pasaron primero por mí. Se puede decir que yo se las pasaba rodadas: la Dick Brewer, la Bilbo, la primera Rufo’s, “la rojita”, y muchas otras que tuve después. Y como ellos eran muchos, tenía en la familia unos clientes excepcionales.

José Irisarri.- En nuestra defensa, hemos de decir que Nicolás era especialmente hábil para hacerse con tablas malas. En un viaje a Santander se hizo con una de los Fiochi con la que era realmente muy difícil coger olas o realizar cualquier giro. Eso sí, era una preciosa tabla de color azul y amarillo. Y como ésta, pasaron por él otras malísimas que a los pocos meses de comprarla, y tras ver su mal resultado, intentaba deshacerse de ellas. Como nuestros conocimientos eran nulos, nos dejábamos guiar, al igual que Nicolás en sus compras, por la estética de la tabla, y la más bonita, o la que más nos gustaba por su color o dibujos, era la que nos llevábamos.


Nicolás.- Viéndolo ahora, nos resulta evidente que nuestros inicios estuvieron marcados por los nulos conocimientos que teníamos sobre surf. Aunque disponer de aquella primera tabla, la Barland, una tabla que era casi de profesional, era todo un privilegio, la verdad es que resultaba poco útil para unos iniciados como nosotros. Y como con ésa nos pasó con otras tablas. Hoy los chavales aprenden fácilmente con las tablas de escuela, grandes, voluminosas y relativamente ligeras. Incluso hasta seguras. Las nuestras eran de todo menos propicias para aprender. Cuando ya supimos de la importancia del volumen, aunque las tablas eran grandes, resultaban especialmente pesadas. Nuestro aprendizaje fue en base a un proceso de experiencia acumulativa: prueba / error, prueba / error, hasta que dimos con lo que realmente nos funcionaba. Así que se puede decir que por mí pasaron unas cuantas tablas que no me acabaron de convencer.


También es de destacar que al contrario que la gente de La Coruña, que enseguida comenzó a fabricarse sus propias tablas, nosotros encontramos en los viajes nuestra principal fuente de suministro de material. Tras aquel primer viaje con Víctor a Biarritz en 1969, fue común que todos los veranos, sobre todo a partir del año en el que nos casamos, que fuésemos a pasar unos días a Francia. Esos viajes nos servían además para entrar en contacto con surfistas de otras zonas, como Carlos, el escayolista de Avilés, los Gandaria, … . En nuestra ruta por el cantábrico teníamos marcadas una serie de paradas obligatorias en donde intentábamos siempre hacernos con alguna tabla u otro tipo de material: esas paradas eran Santander, Zarautz, y como no, nuestro destino final, Biarritz.

Además de “la rojita”, que como ya te contamos compró Ángeles en una tienda de Gijón, todos guardamos especial recuerdo de la Dick Brewer, una tabla preciosa de color azul y amarillo, de una sola quilla, y cola pin-tail, pero muy desgastada. Estaba deslaminada, por lo que pesaba bastante. Fue la tabla con la que aprendieron todos los Irisarri. De hecho fue su primera tabla. La Dick Brewer fue comprada por Ángeles a Jesús Fiochi en un viaje a Santander que hizo con dos amigas en el año 1974. La Cordingley la compramos en Zarautz en una tienda. La persona que nos atendió nos contó que originariamente la tabla media 3 metros, pero la habían cortado. El dueño de la tabla, que era también el copropietario de la tienda, estaba de viaje. Nos atendió su novia. Aunque al principio nos dijo que la tabla no estaba en venta, al final, y tras mucho insistir, le convencimos para que nos la vendiese. Años más tarde supimos que el dueño de la tabla era Iñigo Letamendia. La Cordingley fue una de las tablas de mi vida, junto con la primera que le compré a Rufo. Se la vendí, y será de algo de lo que siempre me arrepentiré, a un chaval que llamábamos “Musculitos”, que era carpintero. Tras la venta le perdí la pista y nunca más supe de ella.

Nacho.- Mi primera tabla fue una Freedom, y después tuve una Santa Marina de color azul.

Nicolás.- Aquellos viajes suponían toda una experiencia, y rompían en cierto modo el aislamiento surfístico en el que vivíamos. Cuando en medio del viaje nos cruzábamos con un coche que llevaba tablas, pitábamos y parábamos para saludarnos, aunque fuésemos en direcciones distintas. Para nosotros aquello era precioso. Existía, entre todos los que compartíamos aquella pasión, una cierta complicidad de tribu. Se iba a ciegas a los sitios, y si encontrabas a alguien que también surfease, era extraordinario. Existía un gran compañerismo.

Ángeles.- Todos estos acontecimientos los viví en primera persona ya que iba con ellos a todas partes. He de reconocer sin embargo que fueron muy pocas las veces que logré ponerme de pie. Cuando lo intentaba solía caerme. Lo que sí que hacía era coger las olas tumbada, y ¡¡llegaba hasta la orilla!!!

Nicolás.- Otro de nuestros destinos predilectos era Portugal. Curiosamente la costa portuguesa, desde la perspectiva del surf, la descubrimos en uno de nuestros viajes a los almacenes Somartis. A finales de los setenta comenzamos a viajar asiduamente a Portugal por dos nuevas aficiones que teníamos: los peces y los caballos. En España casi no había mercado de acuariofilia, así que teníamos que viajar hasta Viana do Castelo para incorporar nuevos ejemplares a nuestro acuario. Además, y en la trasera del almacén, había un picadero en el que montábamos a caballo. Y claro, en esos viajes, sobre todo a partir del momento en que comenzamos a conocer las virtudes del oleaje de la costa Norte de Portugal, nos acompañaban también las tablas. De camino a Somartis pasábamos por Afife. Ancora era otro de los sitios habituales al que solíamos ir. Moledo siempre lo vimos pero nos dio miedo por las corrientes. Descubrir las playas de Portugal, que entonces eran unos arenales solitarios, absolutamente libres de surfistas, nos resolvió nuestro problema de falta de olas durante el verano. De todos modos en los setenta cruzar la frontera era toda una aventura. Y no sólo por llevar aquellos grandes tablones en las bacas del coche que solían despertar sospechas, o al menos curiosidad. Pasar a otro país no era como ahora. Primero estaba la cola en el puente sobre el Miño. Después te tenían que dar el folio de carta verde para pasar. El viaje que te lleva hoy una hora se podía convertir fácilmente en tres horas. Pero era difícil resistirse a las expectativas que aquella costa nos creaba.


Víctor.- El contacto con el grupo de surfistas de La Coruña no se produjo hasta el año 1975. Nacho estaba estudiando allí aparejadores, así que nos imaginamos que fue a través de él que supimos de la celebración de un campeonato de surf en la playa del Orzán. Y allí nos fuimos. Cuando llegamos, y sacamos la Barland, que era muy pequeña con respecto a las tablas normales de la época, recuerdo que la gente de La Coruña pensaron que deberíamos ser muy buenos por ir con una tabla tan pequeña.

Nacho.- Recordamos bien la fecha, porque aprovechando el campeonato nos sacamos el carnet de federados. A la gente de La Coruña la conocí en mis años de estudiante en la ciudad herculina. Cuando paseaba por el Orzán, o Riazor, era fácil verlos desde las barandillas de la playa. Gracias a ellos, y a que en alguna ocasión me dejaron sus tablas, pude también probar las olas coruñesas, aunque en mis años de estudiante, al menos en La Coruña, no surfeé mucho. Me acuerdo por supuesto de Rufino, de Tito y, como no, de Carlos Bremón. Y también de Jose, con su inconfundible barba y albornoz.

Nicolás.- En aquel campeonato del Orzán, tanto Ángeles, que compitió con otras dos chicas, como yo, nos llevamos un buen susto. A Ángeles le cogió una serie de olas en la orilla que no le dejaban salir; y a mi se me rompió el invento cuanto estábamos bastante alejados, y me costó un montón regresar hasta la orilla.

Nicolás.- El tener acceso a tan poca información sobre surf, hizo que cualquier cosa vinculada a él la recibíamos como un gran acontecimiento. Por ejemplo el estreno en España de “El gran miércoles”. Creo que la llegamos a ver 28 veces al menos. Fue en esa película donde vimos hacer por primera vez, lo que nosotros llamaríamos un “Donlurio”. Nos parecía especialmente divertido el compartir una ola con un amigo e ir cruzándonos por la pared. De hecho era muy común también que en una misma ola fuésemos todos a los que nos llevase. El “Donlurio” era algo así como la gran maniobra de la época para nosotros, y viéndolo hoy, con la perspectiva que da el tiempo, es sin duda una excelente muestra del espíritu que se vivía en el agua, en el que el compartir era algo fundamental para nosotros.

3 comentarios:

  1. Me he pasado un buen rato leyendo junto a Carmen estas deliciosas historias. Ella en los 70 ya frecuentaba esa playa, yo por aquel tiempo correteaba por las dunas de Samil...jeje Ese encuentro con los australianos daria para una peli, lo que son las cosas del destino. Lo dicho, muy interesante escuchar todo esto a sus protagonistas. Por cierto, me hubiera gustado asistir a esa mesa del video anterior con todas esas anecdotas
    Saludos Jesus!

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  2. Hola de nuevo Jesús, unas puntualizaciones de orden cronológico, desde mis recuerdos (y perdón si me extiendo en demasía):

    Los primeros australianos conocidos, Peter, Paul y el 3º, fueron los que se quedaron 3 meses por Patos y Vigo. Eso fue antes del año 1975, seguramente el verano del 74, del 73 o del 72; Nicolás seguro que lo sabe. Nosotros no llegamos a conocerles, pues comenzamos a probar con las tablas en el verano de 1975. Que sepamos, esos tres australianos, los tres con longboard, nunca se metieron en El Pico.

    Los neozelandeses pasaron por Patos apenas un par de días, posiblemente en septiembre/octubre de 1976, y aparcaron la furgo y surfearon directamente El Pico. Debieron llegar con alguna marejada,y se fueron en cuanto bajó el mar. Mi hermano Jose es quien mejor los recuerda, especialmente a un kneerider que surfeaba de maravilla, si mal no recuerdo. Aunque entonces supimos que El Pico era surfeable, no nos atrevimos a meternos por miedo a las rocas, y por falta de nivel.

    Fué a finales de septiembre, primeros de octubre del siguiente año 1977 cuándo llegaron los australianos, también en furgoneta, y directos al Pico, coincidiendo con una buena marejada. La marejada duró 3 o 4 días, y ellos estuvieron algo más de una semana, hasta que se cansaron de ver el mar plano. Fue entonces con las últimas olas de esa marejada y con estos australianos en el agua, que nos decidimos a entrar y pillar unas olas, las primeras surfeadas nunca en El Pico por surfistas "locales". Y desde ese días hasta el presente.

    En la filmación de la entrevista oirás a Jose decir que esto último fue el año 1976, y que los neozelandeses vinieron en 1975. Yo sinceramente, a falta de otras evidencias y salvo que mi hermano tenga mejor memoria que yo, creo que octubre de 1977 puede ponerse como la fecha de descubrimiento o apertura del Pico de Patos al surf local.

    saludos, e boas ondas,

    Alberto Irisarri

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    1. Hola Alberto,

      Muchas gracias por tus aclaraciones sobre los australianos. La verdad, y de la entrevista, es que el orden no me quedaba del todo claro, y tenía dudas sobre quiénes habían sido Peter, Paul y el 3º (¿los primeros? ¿los terceros?). En el orden lo que me despistó, es que de la conservación me había quedado con el detalle de que uno de esos australianos, y por eso pensé que serían los que vosotros habíais conocido, tenía especiales dotes con los animales, ya que una vez, cuando fue a vuestra casa, y Zapa le salió a la carrera, casi la dominó con la mente. Mañana corrijo este texto, y el del descubrimiento del Pico de Patos, para ajustarme a la realidad. Como siempre muchas gracias por tus comentarios y apuntes, que son el complemento perfecto para las entradas. Un abrazo, e boas ondas,

      Jesús

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