21.10.15

HISTORIAS. Biarritz (parte 8). Dinámica, arena y dunas en Las Landas.























Tras el 10 de Tatiana Weston-Webb, parecía difícil que alguien pudiese superar aquella ola. De hecho nadie lo hizo. A medida que fue subiendo la marea, el mar bajó un poco de tamaño, y el pico se ordenó bastante, predominando las derechas sobre las izquierdas. De entre todas, aunque la mejor puntuada fue Carissa Moore, quién más me llamó la atención fue Coco Ho y la determinación con la que atacaba las olas. Dos días después, mientras disputaba su manga de cuartos de final, escuché en la retransmisión de internet una entrevista a Matt Biolos, shaper de sus tablas Lost. En la entrevista Biolos contaba cómo para aquel día, la hawaiana había elegido entre su quiver una tabla más larga, y con unas quillas más grandes, de lo que es habitual en ella, precisamente buscando una dosis extra de confianza en aquellas olas tan potentes. Se ve que la fórmula le funcionó. El campeonato coincidió con la vuelta a la competición de Stephanie Gilmore, una de mis surfistas preferidas. Es un placer verla en el agua, aunque esta vez me parece que competió más por sus compromisos con sus patrocinadores que por afán competitivo: sin opciones por el título este año, creo que surfeó simplemente para disfrutar.

Entre manga y manga, estuve dándole vueltas a una de las cosas que más me sorprendió de Hossegor: la diferencia en el tamaño de las olas entre un lugar y otro de la playa. Al llegar, la primera visión que tuve del mar fue de una zona en la que no había olas y en la que un grupo de cursillistas recibía clases. A escasos 500 metros rompían olas de unos 2 metros. A un kilómetro, las más grandes de la serie superaban los 4 metros. Entre ambos lugares no había ningún obstáculo perceptible que explicase que un sitio estuviese más abrigado que el otro. El dique del canal de entrada al puerto de Capbreton, por su tamaño, no parecía tener la relevancia suficiente. Preguntando, al parecer todo depende de la disposición de los bancos de arena, muy cambiantes por cierto en esta zona. De hecho, tal vez esta sea la playa de la costa europea en donde los efectos de la dinámica litoral se muestran de un modo más evidente en lo que a las condiciones para surfear se refiere. Pensando sobre ello, recordé una frase de uno de los hermanos Hodgood leída hace unos años, y que ilustra perfectamente esta situación: “En Las Landas hay que adelantarse a los acontecimientos. Si estás en la playa, en la orilla, observando lo bien que están rompiendo las olas, entonces es que ya has llegado tarde”.

La explicación a lo que ocurre no es sencilla. El transporte de sedimentos, que es lo que marca la disposición de los bancos de arena en cualquier playa, es uno de los capítulos más complejos de la ciencia que estudia la dinámica litoral. Una de las figuras más relevantes en este campo fue uno de los hijos de Albert Einstein, Hans Albert Einstein, un eminente científico como su padre. Cuando su padre le preguntó a que iba a dedicar su carrera, y éste le dijo que al estudio del transporte litoral de sedimentos, el premio Nobel le intentó convencer de lo contrario por su complejidad. El autor de la teoría de la relatividad le dijo: “Déjalo, eso es demasiado complicado”.

Centrándonos en la costa de Aquitania, mi opinión es que aquí, la rápida variabilidad de los fondos, está condiciona por la linealidad de esta costa, sin ningún tipo de accidente que se interponga en la circulación, por lo que la superficie del mar más próxima a la playa es como una especie de autopista de arena. De hecho se podría considerar a toda la costa de Las Landas como una única playa de 230 km de largo, que se extiende desde desembocadura del río Adur al sur, y el estuario del río Garona, en el norte. Todos los fenómenos que tienen lugar en esta zona son muy complejos, y difíciles de explicar, aunque me comprometo a dedicar, algún día, una entrada en el blog a este tema.

Otro factor que posiblemente tenga también una gran influencia en la variabilidad de los fondos, es la presencia de un impresionante sistema de dunas marítimas y continentales característico de esta costa, que en tierra, y desde la orilla, domina el paisaje. Mientras hacía las fotos de esta entrada, y me iba colocando en diferentes zonas de la playa, pude comprobar como cerca de la duna el grosor de la arena era bastante más fino que en la orilla, y como en la orilla, además de ser bastante más grueso, el grosor de los granos era muy variable por zonas. En esta clasificación por tamaños, además del oleaje y las corrientes, juega un papel fundamental el viento: cuando la arena se seca por la acción del sol, y el viento sopla con una relativa estabilidad direccional (los predominantes en esta zona son del oeste), las arenas son arrastradas, separándose de las gravas, formando una pequeña nube, muy próxima al suelo, que se puede desplazar a grandes distancias. Las partículas de arena viajan dando "saltos", impactando contra el suelo y rebotando. A cada choque, se proyectan nuevas partículas que se unen al movimiento. Cuando estas partículas encuentran algún obstáculo fijo (un arbusto, una roca, una empalizada...) se acumulan en el lado de barlovento formando una duna embrionaria que se convierte en una trampa para nuevos granos de arena. Comienza así a formarse una duna.

Varios estudios han estimado que el número total de dunas en Aquitania, considerando sólo aquellas de más de 10 metros de amplitud, supera los 1.500. Entre todas, la más grande, y con mucho, es la duna de Pilat. Esta duna, situada en la entrada de la bahía de Arcachón, surge de repente en la costa como una mole inmensa que parece estar atrapada por el mar y los bosques de Las Landas. Se estimada que contiene 60 millones de metros cúbicos de arena, ocupando una superficie de 87 hectáreas y 2,7 kilómetros de costa. En su cresta, la duna ha llegado a alcanzar los 114 metros de altura. Desde ella dicen que las vistas son increíbles, tanto del océano Atlántico como de toda la costa de Aquitania.

La formación de la cresta, que es lo que la convierte a la de Pilat en la duna más alta de Europa, fue debida al desmoronamiento, en el siglo XVIII, de un gigantesco banco de arena situado frente a la posición actual de la duna. Una compleja combinación de vientos del este, corrientes marinas y la resistencia de la vegetación, favoreció el arrastre de la arena y su acumulación progresiva. 

Se ha podido determinar que entre 1966 y 1989 la duna se ha desplazado entre 70 y 100 metros hacia el interior, a una media de 3-4 metros por año. La progresión de la duna hacia el este se está realizando en detrimento de la superficie de bosque, que resulta invadida a razón de 8.000 metros cuadrados por año. En este deslizamiento también han resultado enterradas diversas propiedades y caminos. Según las estimaciones, de mantenerse el actual ritmo de progresión, en el año 2045 la arena habrá alcanzado la carretera de la costa.

En 1978 la duna pasó a ser considerada como una de las "grandes bellezas naturales de Francia". Más tarde pasaría también a formar parte de la Red Natura 2000. Sin embargo, la gran duna de Pilat es, por extraño que parezca, propiedad privada en su mayor parte, ya que el estado francés la vendió a particulares en 1863.

No hay comentarios:

Publicar un comentario